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trabajo: Borges - muerte



“El hombre olvida que es un muerto que conversa con muertos”
Jorge Luis Borges
There are more things

Este es un ensayo sobre la manera en que Borges aborda la temática de la muerte en su obra. Sin embargo, y teniendo en cuenta que el autor trató el tema en variadas ocasiones, lo que se pretende es partir de una muestra representativa. De esta forma el presente trabajo se focaliza en tres textos. El criterio de selección se basó en la  intención de retomar obras de géneros diferentes y distantes entre sí en el tiempo. La primera de ellas es tomada de “Artificios” (1944) y se titula “El fin”; la segunda es el poema “El suicida”, publicado en “La rosa profunda” (1975); y la tercera, se trata en realidad, de una de las transcripciones realizadas de sus clases en la Universidad de Belgrano y reunidas bajo el título “Borges Oral”, en la que el autor habla sobre “La inmortalidad” (1980).

En “El Fin” el autor se basa en la novela de José Hernández, “Martín Fierro”, más específicamente en La ida. Allí se narra el momento en que Fierro da muerte a un moreno en un duelo. A razón de ello termina convertido en un gaucho matrero en fuga. En el cuento de Borges, escrito aproximadamente siete décadas después, se nos narra un suceso que, se supone, acontece a los siete años de aquel asesinato, cuando Fierro se encuentra con el hermano del muerto.

La visión de la muerte en este cuento, está influenciada por el interés de Borges en los gauchos. Con los gauchos de la pampa argentina, vistos como grupo cultural, se empiezan a relacionar ideas como la del hombre que es capaz de morir y matar por defender el honor y la hombría. Esta asociación nos la muestra Borges por ejemplo en su cuento “el sur”. En esta narración se nos dice que para el protagonista es preferible morir en un duelo defendiendo su honor, a acabar olvidado patéticamente en un sanatorio.

En el caso de “El fin” el honor está en el cobrar venganza. Es el matar o el ser muerto, como forma de arreglar los asuntos pendientes (como un puñal que debe una muerte en contraste a aquel que no debe ninguna[1]). Acá se habla del hombre que por su propio honor (ya que nada más lo obligaba a cumplir su cita) se ve obligado a enfrentarse en duelo. El texto dice: “-Ya sabía yo, señor, que podía contar con usted. / El otro, con voz áspera, replicó: / - Y yo con vos, moreno. Una porción de días te hice esperar, pero aquí he venido”. Con estas palabras se da a entender que este duelo tenía que suceder, que tarde o temprano se daría, y que ambas partes lo sabían. Luego Martín Fierro dice: “Mi destino ha querido que yo matara y ahora, otra vez, me pone el cuchillo en la mano.” Con esto se pretende dejar claro que él, Fierro, nunca deseó ser un asesino, pero a la vez, afirma que no podía haberlo evitado, que para él no había otra opción.

Ahora bien, el hablar de matar no es necesariamente hablar de la muerte, pero estos diálogos nos sirven para introducir el último párrafo del cuento. Allí está escrito: “Inmóvil, el negro parecía vigilar su agonía laboriosa. Limpió el facón ensangrentado en el pasto y volvió a las casas con lentitud, sin mirar para atrás. Cumplida su tarea de justiciero, ahora era nadie. Mejor dicho era el otro: no tenía destino sobre la tierra y había matado a un hombre.” En otras palabras, es a través de su convicción de tener que cumplir con su deber de venganza que el negro da sentido a su vida. Una vez saldado el duelo, él queda perdido, aún más, queda con la culpa de ser un asesino (de allí que se enfatice en  había matado a un hombre). Ahora él, el moreno, pasa a estar en la posición en la que estaba su contrincante, se acerca a parecerse a Fierro. Ahora es él quien debe una muerte. Así, de esta forma, Borges se acerca a la muerte desde la vida, sin que exista en sus personajes una reflexión hacia el sentido de buscar la una o de tener la otra. En esta situación no se está observando qué hay más allá del acto de morir ni se está pensando en una justicia divina. En esta ley no hay espacio para el castigo divino. Es el hombre el que debe encargarse de sus cosas, es el hombre el que impone una ley y es el hombre el que da vida o muerte. Para ellos la muerte es una reivindicación de su estatus, de su hombría, es una forma de poner orden en el mundo.

Paralelamente, en “El suicida” se habla del morir (o el dar muerte), no como uno de los pasos inevitables o necesarios en la vida de un hombre en relación con su forma de vivir, sino  tan solo como un final absoluto. En él la muerte es una necesidad diferente, es una búsqueda del consuelo y de la paz. Con estas palabras se habla de la muerte no solo del individuo, sino también del mundo y del universo. En él no hay una teoría sobre la vida después de la muerte. En él no hay una nueva manifestación de nuestra conciencia después de que el alma o el espíritu abandonan el cuerpo. Mucho menos se habla de la continuación de nuestro ser en un paraíso o en un infierno. Tan solo nos dice: “Lego la nada a nadie”. Porque una vez que cese la vida no hay nadie que perciba nada y no hay nada que percibir. No lo hay porque ese yo ha muerto, el yo que podía concebir en su mente la existencia de otros y de otras cosas. El poema lo dice: “Estoy mirando el último poniente / Oigo el último pájaro.” Ese yo que antes sentía por medio de su cuerpo ya no existirá y con el morirá su percepción. Así, con la desaparición de este medio por el cual se comunicaba con lo externo, y lo externo con él (los sentidos), ya no habrá forma de que para él (ni para nadie) nada exista.

La comprensión de ese deseo de un final absoluto, que es irreconciliable con el deseo del hombre de querer ser joven y vivir indefinidamente, se fortalece ante el cansancio: “Moriré y conmigo la suma / del intolerable universo.” Acá Borges nos habla del peso del vivir y del recordar añadiendo que: “Borraré la acumulación del pasado. / Haré polvo la historia, polvo el polvo” porque todo pesa en el hombre, porque ante la fatiga y el hastío la vida misma puede ser dolorosa y el continuar siendo algún tipo de conciencia no ofrece ningún descanso ni ninguna esperanza. En estas palabras se acusa la necesidad de la nada, del ser completamente nada.

La vida misma, entonces, también es tomada desde diversos ángulos. Uno de los más interesantes está en relacionarla con la muerte, obviando el prejuicio común de que vivir es “bueno” y morir es “malo”. En “la inmortalidad” Borges dice “espero que mi muerte sea total, espero morir en cuerpo y alma.” y más adelante añade: “tenemos muchos anhelos, entre ellos el de la vida, el de ser para siempre, pero también el de cesar, además del temor y su reverso: la esperanza. Todas esas cosas pueden cumplirse sin inmortalidad personal, no precisamos de ella. Yo, personalmente, no la deseo y la temo, para mí sería espantoso saber que voy a continuar, sería espantoso saber que voy a seguir siendo Borges. Estoy harto de mí mismo, de mi nombre y de mi familia y quiero liberarme de todo eso.”

Estas declaraciones no son caprichosas ni autocompasivas. De manera similar, en “Utopía de un hombre que está cansado” (1975), Borges escribió: “Cumplidos los cien años, el individuo puede prescindir del amor y de la amistad. Los males y la muerte involuntaria no lo amenazan. Ejerce alguna de las artes, la filosofía, las matemáticas o juega a un ajedrez solitario. Cuando quiere se mata. Dueño el hombre de su vida, lo es también de su muerte.” Se podrían comparar estas palabras, con los comentarios que hará posteriormente en su clase sobre “la inmortalidad”. Tanto el texto citado en este párrafo como las palabras de “el suicida” pueden entenderse como las reflexiones de un hombre que en ocasiones siente el peso de sus años, de su vida. Es un hombre que sabe que no existirá para siempre, pero que no se lamenta por ello. Sus reflexiones hablan más de la aceptación de su mortalidad, que de una urgencia por morir[2]. La muerte es una decisión. En esta ocasión se aborda el tema, no desde una reflexión sobre el qué vendrá después, como tampoco lo ha hecho en los otros textos citados hasta el momento, sino que se podría entender por el contrario como un cuestionamiento sobre el cómo sería el dejar de ser uno mismo. En “Borges y yo”, el autor escribe hablando de Borges o del otro (Borges): “Hace años yo traté de librarme de él y pasé por las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido o del otro.”

En 1978 dice, para el documental “Borges para millones”, las siguientes palabras: “Cuando me siento desdichado pienso en la muerte. Es el consuelo que tengo. Saber que no voy a seguir siendo. El pensar que voy a dejar de ser. Es decir, yo tengo la certidumbre más allá de algunos temores de índole religiosa, más allá del cristianismo, que desde luego lo llevo en la sangre también. Más allá de la… yo fui un yanqui de la iglesia católica romana. Más allá de los puritanos. Más allá de todo eso, yo tengo la certidumbre de que voy a morir enteramente. Es un gran consuelo. Eso es lo que me da mucha fuerza.”[3] Apoyándonos en estas palabras, podría pensarse, reiteramos su deseo de descansar, de dejar de ser.

Relacionémoslas entonces con la siguiente cita: “Schopenhauer dijo que felizmente para nosotros nuestra vida está dividida en días y en noches, nuestra vida está interrumpida por el sueño. Nos levantamos por la mañana, pasamos nuestra jornada, luego dormimos. Si no hubiera sueño, sería intolerable vivir, no seríamos dueños del placer.” La muerte está relacionada con los sueños y los sueños con la muerte, cuando la primera se asocia con el descanso y el olvido del propio ser y cuando los sueños se asocian con el dejar de sentir, de pensar y de estar en un lugar y tiempo determinado, el sueño es una metáfora de la muerte. La muerte es necesaria entonces como un respiro de la vida. Borges nos lo dice en “arte poética”: Sentir que la vigilia es otro sueño / que sueña no soñar y que la muerte / que teme nuestra carne es esa muerte / de cada noche , que se llama sueño.” Ante esta relación no sería atrevido afirmar que la muerte es necesaria entonces como un respiro de la vida.

Regresemos sin embargo a la posibilidad del hombre de decidir sobre su propia muerte, a la que se hace referencia en “Utopía de un hombre que está cansado”. En “el último viaje de Ulysses”, esta misma idea es tratada desde otro ángulo. Aui se encuentra la siguiente sentencia, elaborada sobre dos grandes obras, el Ulysses de Tennyson y el caso del capitán Ahab en Moby Dick: “Schopenhauer ha escrito que en nuestras vidas nada es involuntario; ambas ficciones, a la luz de éste prodigioso dictamen, son el proceso de un oculto e intrincado suicidio” con esto relacionamos el pensamiento de que nuestras propias vidas y nuestra muerte misma no son involuntarias. Borges (basado en Tennyson) hace referencia a cómo Ulysses no está satisfecho con lo que ha conseguido y ahora quiere ir más allá de lo permitido. Ulysses es un hombre que ha querido conocer más de lo que deberían conocer los hombres, y no encuentra paz en permanecer quieto dentro de los límites de lo humano. Por esta insolencia es finalemente castigado y termina, como lo relatará Dante, en el infierno. Al mismo tiempo nos recuerda el caso, en Moby Dick, de la obsesión de Ahab por conseguir una venganza. Obsesión que lo llevará a su trágica muerte (y a la muerte de sus hombres). Vemos en estas dos referencias la idea de la concepción de la vida como camino hacia la muerte. Son dos personajes que luchan no tanto por vivir, como por lograr metas que en realidad significarán su muerte. Ellos lo saben y aún así perseveran es su búsqueda. Ellos son hombres que son dueños de su vida

No es posible resumir o citar las variadas formas en que Borges abordó la muerte. Lo que puede resultar interesante es intentar, como en este caso, observar una o dos posiciones claras. Habiendo enfatizado especialmente en los textos de “el suicida” y de “la inmortalidad” se puede ver una postura del autor frente a la muerte. Hablamos de un tiempo en el que Borges ronda los 70 u 80 años. Estas obras nos muestran un Borges más reflexivo que el que escribió El hombre de la esquina rosada y el fin. Bajo este enfoque Borges es al mismo tiempo un hombre más interesado en la muerte. La muerte, sin embargo, puede tener varias máscaras. En algunos casos puede ser una especie una moneda con la cual pagar por otra muerte; puede ser un final absoluto; ser el único descanso verdadero; el destino de todo hombre. La muerte puede ser, entre otras cosas, la justificación de la vida o quizá tan solo es una parte más de ella. Algunas veces estas numerosas interpretaciones se entremezclan o se relacionan, pero todas ellas son formas plausibles y posibles de entender la muerte. En realidad, la muerte es un cambio o un destino que está más allá de lo comprensible, pero es también una temática que la literatura, y en especial Borges, en su obra, logra poner en palabras y hacernos creer que está al alcance de nuestras manos.

BIBLIOGRAFÍA
Borges, Jorge Luis. (2007) Obras Completas, vol. I - IV. Bogotá: Planeta

Borges para millones – clip 3: Borges y la muerte. Tomado de: http://www.youtube.com/watch?v=QDn7SO3RUv4 (Consultado el 19 de abril de 2012)

Entre lectores. Borges Oral. Tomado de:
http://www.entrelectores.com/libro/9160.borges-oral-jorge-luis-borges/ (Consultado el 15 de abril de 2012)

Wikipedia. El gaucho Martín Fierro. Tomado de:
http://es.wikipedia.org/wiki/Mart%C3%ADn_Fierro#Enlaces_externos (Consultado el 15 de abril de 2012)


APENDICE 1


La inmortalidad (vol. 4)

pag 206 “Espero que mi muerte sea total, espero morir en cuerpo y alma.”

pag 207: “Recuerdo diez o doce imágines de mi infancia y trato de olvidarlas. Cuando pienso en mi adolescencia no me resigno a la que tuve; hubiera preferido ser otro.”

pag 208: “Qué admirable es el hecho de que en ese momento, en el último día de su vida, no diga que está por morir, sino que reflexione que el placer y el dolor son inseparables. Ese es uno de los ruegos más conmovedores que se encuentran en la obra de Platón. Nos muestra a un hombre valiente, a un hombre que está por morir y no habla de su muerte inmediata.”

pag 210: “Tenemos muchos anhelos, entre ellos el de la vida, el de ser para siempre, pero también el de cesar, además del temor y su reverso: la esperanza. Todas esas cosas pueden cumplirse sin sin inmortalidad personal, no precisamos de ella. Yo, personalmente, no la deseo y la temo, para mi sería espantoso saber que voy a continuar, sería espantoso saber que voy a seguir siendo Borges. Estoy harto de mí mismo, de mi nombre y de mi familia y quiero liberarme de todo eso.”

El tiempo (vol. 4)

página 244: “Schopenhauer dijo que felizmente para nosotros nuestra vida está dividida en días y en noches, nuestra vida está interrumpida por el sueño. Nos levantamos por la mañana, pasamos nuestra jornada, luego dormimos. Si no hubiera sueño, sería intolerable vivir, no seríamos dueños del placer. La totalidad del ser es imposible para nosotros.” [sobre la sucesión del tiempo]

pág 250: “La idea del futuro vendría a justificar aquella antigua idea de Platón, que el tiempo es imagen movil de lo eterno. [solo nuestra forma de percibirlo]. Si el tiempo es la imagen de lo eterno, el futuro vendría a ser el movimiento del alma hacia el porvenir. El porvenir, sería a su vez la vuelta a lo eterno. Es decir, que nuestra vida es una continua agonía. Cuando San Pablo dijo “Muero cada día”, no era una expresión patética suya. La verdad es que morimos cada día y que nacemos cada día. Estamos continuamente naciendo y muriendo.”

Las Fuentes

Pag 522: “El poeta declara la amistad del hombre y de la piedra; yo quiero referirme a otra amistad más esencial y más misteriosa, a la amistad del hombre y del agua. Más esencial, porque estamos hechos, no de carne y hueso, sino de tiempo, de fugacidad cuya metáfora inmediata es el agua. Ya Heráclito lo dijo.”

There are more things

“El hombre olvida que es un muerto que conversa con muertos”

Utopía de un hombre que está cansado

[Alguien dice]: “Cumplidos los cien años, el individuo puede prescindir del amor y de la amistad. Los males y la muerte involuntaria no lo amenazan. Ejerce alguna de las artes, la filosofía, las matemáticas o juega a un ajedrez solitario. Cuando quiere se mata. Dueño el hombre de su vida, lo es también de su muerte.”

El suicida

“No quedará en la noche una estrella
No quedará la noche
Moriré y conmigo la suma
del intolerable universo.
Borraré las pirámides, las medallas,
los continentes y las caras.
Borraré la acumulación del pasado.
Haré polvo la historia, polvo el polvo
Estoy mirando el último poniente
Oigo el último pájaro.
Lego la nada a nadie.”

El último viaje de Ulises

“Schopenhauer ha escrito que en nuestras vidas nada es involuntario; ambas ficciones, a la luz de éste prodigioso dictamen, son el proceso de un oculto e intrincado suicidio” [El Ulysses de Tennyson y Moby Dick (Ahab)] (Nuestras propias vidas y la muerte misma no es involuntaria) Ulysses quiere ir más allá de lo permitido, quiere conocer más de lo que debería conocer y no encuentra paz en permanecer quieto dentro de los límites de lo conveniente y lo correcto y que por ello será castigado. La obseción de Ahab de conseguir su venganza lo cual finalemente lo llevará a su muerte.

De alguien a nadie

pág 141: “Ser una cosa es inexorablemente no ser todas las otras cosas, la intuición confusa de esa verdad ha inducido a hombres a imaginar que no ser más que ser algo y que, de alguna manera, es ser todo. Esta falacia está en las palabras de aquel rey legendario del Indostán, que renuncia al poder y sale a pedir limosna en las calles: “Desde ahora no tengo reino o mi reino es ilimitado, desde ahora no me pertenece mi cuerpo o me pertenece toda la tierra.”

Borges y yo

Página 221 (Vol 2): “Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser, la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de la guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé por las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido o del otro.”

El fin pág. 626 (Vol. 1)
“       —Por lo menos a mí —dijo el forastero y añadió como si pensara en voz alta—: Mi destino ha querido que yo matara y ahora, otra vez, me pone el cuchillo en la mano.”

“         —Una cosa quiero pedirle antes que nos trabemos. Que en este encuentro ponga todo su coraje y toda su maña, como en aquel otro de hace siete años, cuando mató a mi hermano.
        Acaso por primera vez en su diálogo, Martín Fierro oyó el odio. Su sangre lo sintió como un acicate. Se entreveraron y el acero filoso rayó y marcó la cara del negro.”

“ Inmóvil, el negro parecía vigilar su agonía laboriosa. Limpió el facón ensangrentado en el pasto y volvió a las casas con lentitud, sin mirar para atrás. Cumplida su tarea de justiciero, ahora era nadie. Mejor dicho era el otro: no tenía destino sobre la tierra y había matado a un hombre.”


Arte poética

Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche , que se llama sueño.
Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor, y un símbolo,
ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.
A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.
También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.

Milonga de puñal

En Pehuajo me lo dieron
unas manos generosas;
mas vale que no presagie
que vuelve el tiempo de Rosas.

La empuñadura sin cruz
es de madera y de cuero;
abajo suena su oscuro
sueno de tigre el acero.

Soñará con una mano
que lo salve del olvido;
después vendrá lo que el hombre
de esa mano ha decidido.

El puñal de Pehuajo
no debe una sola muerte;
el forjador lo forjó
para una tremenda suerte.


Lo estoy mirando, preveo
un porvenir de puñales
o de espadas (da lo mismo)
y de otras formas fatales.

Son tantas que el mundo entero
esta a punto de morir.
Son tantas que ya la muerte
no sabe donde elegir.

Duerme tu sueno tranquilo
entre las tranquilas cosas,
no te impacientes, puñal.
Ya vuelve el tiempo de Rosas.


[1] Como la milonga del puñal que habla de los gauchos y de su heroica labor en la ciudad de Pehuajo, de un puñal que fue forjado para defender las fronteras, un arma que aún no ha sido usada, pero que, aunque está destinada a matar lo hace para defender un pueblo. Su labor es dar muerte pero ese “matar” es para los gauchos honorable y heróico.
[2] Contrastante con la actitud del adolescente suicida que está lleno de emociones y pasiones.
[3] Borges para millones – clip 3: Borges y la muerte. Tomado de: http://www.youtube.com/watch?v=QDn7SO3RUv4 (Consultado el 19 de abril de 2012)

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