Nuestras manos permanecieron unidas como mucho diez segundos, pero a mí me parecieron treinta minutos. Y cuando me soltó, deseé que el contacto no se hubiera interrumpido. Yo lo sabía, sabía que ella me había cogido la mano de una manera espontánea, pero que, en realidad, lo había hecho porque deseaba hacerlo. Aún hoy recuerdo el tacto de su mano aquel día. Es un tacto diferente al cualquier otro que haya experimentado después. Era simplemente la mano pequeña y cálida de una niña de doce años. Pero en aquella palma se concentraban, como en un catálogo, todas las cosas que yo quería saber, todas las cosas que tenía que saber. Y ella al tomarme la mano, me las enserñó.
p. 25
Haruki Murakami
Al sur de la frontera, al oeste del sol
TusQuets
3ed. 2006
Y eso fue, probablemente (sólo puedo usar la palabra 'probablemente', ya que no es mi unción escudriñar dentro de esa enorme amalgama de recuerdos que se llama pasado y juzgar qué fue correcto y qué no lo fue), una equivocación.
p. 27
Haruki Murakami
Al sur de la frontera, al oeste del sol
TusQuets
3ed. 2006
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Al sur de la frontera, al oeste del sol
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3ed. 2006
Y eso fue, probablemente (sólo puedo usar la palabra 'probablemente', ya que no es mi unción escudriñar dentro de esa enorme amalgama de recuerdos que se llama pasado y juzgar qué fue correcto y qué no lo fue), una equivocación.
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Haruki Murakami
Al sur de la frontera, al oeste del sol
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3ed. 2006
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