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notas: abril 20 2011

Hay una época de la vida en la que nos surge un deseo incontrolable de estrallarnos contra el mundo. Se va formando una idea en nuestra cabeza que funcionará como comodín a todo problema que nos enfrentemos: yo tengo no sólo el derecho a equivocarme, si no también el deber. Porque ante la insistencia de muchos, si no se sufre no se gana. Además, si quieres ser libre, bohemio, artista, el experimentar es la norma. Que si no intentas aquello, esto o lo otro, no vas a poder ver más allá.
Cuando te dedicas a darte contra el mundo vas a descubrir que tienes la capacidad de ser más insistente de lo que te creías capaz, de ser más testarudo y más estúpido de lo que te cabía en la cabeza.

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Poema - Nocturno III

Nocturno III José Asunción Silva Una noche Una noche toda llena de perfumes,  Una noche En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,  A mi lado lentamente, contra mí ceñida, toda,  Muda y pálida Como si un presentimiento de amarguras infinitas, Hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara, Por la senda florecida que atraviesa la llanura Caminabas, Y la luna llena Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca, Y tu sombra Fina y lánguida, Y mi sombra Por los rayos de la luna proyectada Sobre las arenas tristes De la senda se juntaban Y eran una Y eran una Y eran una sola sombra larga! Y eran una sola sombra larga! Y eran una sola sombra larga! Esta noche Solo, el alma, Llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte, Separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia, Por el infinito negro Donde nuestra voz no alcanza, Solo y mudo Por la senda caminaba, Y se...