Hay una época de la vida en la que nos surge un deseo incontrolable de estrallarnos contra el mundo. Se va formando una idea en nuestra cabeza que funcionará como comodín a todo problema que nos enfrentemos: yo tengo no sólo el derecho a equivocarme, si no también el deber. Porque ante la insistencia de muchos, si no se sufre no se gana. Además, si quieres ser libre, bohemio, artista, el experimentar es la norma. Que si no intentas aquello, esto o lo otro, no vas a poder ver más allá.
Cuando te dedicas a darte contra el mundo vas a descubrir que tienes la capacidad de ser más insistente de lo que te creías capaz, de ser más testarudo y más estúpido de lo que te cabía en la cabeza.
Cuando te dedicas a darte contra el mundo vas a descubrir que tienes la capacidad de ser más insistente de lo que te creías capaz, de ser más testarudo y más estúpido de lo que te cabía en la cabeza.
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