Vuelvo una vez más a estar cansada de ser quien soy. Si pudiera dejar de ser yo igualmente elegiría no ser nadie más. Me gustaría cesar. Me molesta no poder lograr lo que me hubiese gustado haber alcanzado. Pero para alcanzar esas metas tendría que volver a nacer, tendría que ser otra. Pero todo lo que soy me molesta, nada podría permanecer. Ya no sería yo, ya no existiría.
Todo lo que encuentro en mí está mal.
Estoy dominada por una infinita insatisfacción, nada es suficiente, mucho menos el rendirse. tengo que seguir luchando porque el no hacerlo me haría insoportablemente detestable. Pero nada de lo que haga me será suficiente.
Me temo a mi misma, me temo más de lo que temo al resto de fuerzas y objetos que me puedan rodear. Me tengo miedo porque me reconozco débil y cobarde, porque me sé insuficiente.
En ocasiones logro ocultarme lo que soy y me distraigo por un rato, pero siempre vuelvo a abrir los ojos y me vuelvo a encontrar. En mi realidad, tal como soy.
No hay nada que pueda hacer que no me lastime. Hablar con los demás me resulta doloroso, también el escucharlos, el saberlos. El mundo y sus acciones me lastima el espíritu, porque todo me recuerda tanto lo que soy como lo que no soy.
Me siento cansada todo el tiempo. Estoy agotada.
No me atrevo a criticar al mundo porque se que lo que está mal, antes que todo lo demás, soy yo.
No quiero sentirme como me siento pero no puedo cambiar porque mí conciencia no me deja: dejar de buscar sentirme insatisfecha es tan solo vivir en la conformidad, en la mediocridad, en lo que está mal. Ceder es desmejorar, es perder definitivamente. Seguir estando deprimida es seguir luchando, es tener los ojos abiertos, es ser digna de quien soy: una persona insatisfecha. Alguien que nunca será nadie.
Todo lo que encuentro en mí está mal.
Estoy dominada por una infinita insatisfacción, nada es suficiente, mucho menos el rendirse. tengo que seguir luchando porque el no hacerlo me haría insoportablemente detestable. Pero nada de lo que haga me será suficiente.
Me temo a mi misma, me temo más de lo que temo al resto de fuerzas y objetos que me puedan rodear. Me tengo miedo porque me reconozco débil y cobarde, porque me sé insuficiente.
En ocasiones logro ocultarme lo que soy y me distraigo por un rato, pero siempre vuelvo a abrir los ojos y me vuelvo a encontrar. En mi realidad, tal como soy.
No hay nada que pueda hacer que no me lastime. Hablar con los demás me resulta doloroso, también el escucharlos, el saberlos. El mundo y sus acciones me lastima el espíritu, porque todo me recuerda tanto lo que soy como lo que no soy.
Me siento cansada todo el tiempo. Estoy agotada.
No me atrevo a criticar al mundo porque se que lo que está mal, antes que todo lo demás, soy yo.
No quiero sentirme como me siento pero no puedo cambiar porque mí conciencia no me deja: dejar de buscar sentirme insatisfecha es tan solo vivir en la conformidad, en la mediocridad, en lo que está mal. Ceder es desmejorar, es perder definitivamente. Seguir estando deprimida es seguir luchando, es tener los ojos abiertos, es ser digna de quien soy: una persona insatisfecha. Alguien que nunca será nadie.
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