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El péndulo de Foucault

"Ya ves, decía para mis adentros, para sustraerte al poder de lo desconocido, para demostrarte a ti mismo que no crees en ello, aceptas sus encantamientos. Como un ateo confeso, que ve al diablo por la noche y hace el siguiente razonamiento de ateo: sin duda, él no existe, es sólo una ilusión de mis sentidos excitados, quizá un efecto de la digestión, pero él no lo sabe, y cree en su teología al revés. ¿Qué podría meterle miedo a él, que está seguro de su existencia? Basta con santiguarse y él, que cree, desaparece tras una nube de azufre."
p. 219
Umberto Eco, El péndulo de Foucault,
Traducción de Helena Lozano Miralles
Debolsillo, 2009

"Así la otra noche yo tenía que creer que el Plan era verdad, porque, si no durante aquellos dos últimos años, sólo habría sido el arquitecto omnipotente de una maligna pesadilla. Mejor que la pesadilla fuera realidad, si algo es verdad, es verdad, y uno no tiene nada que ver con ello."

p. 219
Umberto Eco, El péndulo de Foucault,
Traducción de Helena Lozano Miralles
Debolsillo, 2009

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Nocturno III José Asunción Silva Una noche Una noche toda llena de perfumes,  Una noche En que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,  A mi lado lentamente, contra mí ceñida, toda,  Muda y pálida Como si un presentimiento de amarguras infinitas, Hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara, Por la senda florecida que atraviesa la llanura Caminabas, Y la luna llena Por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca, Y tu sombra Fina y lánguida, Y mi sombra Por los rayos de la luna proyectada Sobre las arenas tristes De la senda se juntaban Y eran una Y eran una Y eran una sola sombra larga! Y eran una sola sombra larga! Y eran una sola sombra larga! Esta noche Solo, el alma, Llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte, Separado de ti misma, por la sombra, por el tiempo y la distancia, Por el infinito negro Donde nuestra voz no alcanza, Solo y mudo Por la senda caminaba, Y se...